De pronto dio vuelta a la esquina y lo vio. Estaba a no más de diez metros de ella, pero él no la notó siquiera. Ella se detuvo a mirarlo con detalle, parecía feliz, estaba con alguien más y hacían ya varios años de que todo pasara... tal vez era momento de superarlo (de verdad). Creía que ya lo había hecho pero al verlo ahí se dio cuenta que no era cierto.
Pensó en la última vez que se habían visto, ya no la tenía muy clara y comenzó a darse cuenta de que su recuerdo se había convertido más en un deseo profundo. Casi no recordaba el tono de su voz y sin embargo aún le perturbaba un poco oír su nombre. Tomó asiento en una banca de piedra cercana, continuó mirándolo, aprovecharía cada segundo que no notara su presencia para advertir en él todo lo que realmente era y deshacerse de aquél extraño sentimiento que la había perseguido desde la ruptura.
Entonces recordó la historia que escribió justo antes de que todo pasara, era una historia en la que había volcado todos sus sentimientos por él, pero no el verdadero, sino el que le gustaría que fuera. Comprendió entonces que no se había enamorado de él sino del personaje que había creado para sí misma. Así, de pronto y como un golpe seco, vino a ella el momento de aquél primer beso, el primero de todos; esperaba que fuera la experiencia más increíble de su vida (o al menos de lo que había vivido hasta entonces) pero recordó que no había sido así. Revivió el preciso momento en que lo vio acercarse a ella decidido a hacerlo, tenerlo de frente a menos de un centímetro de su rostro y luego sentir los labios de alguien tocar los suyos por vez primera y aunque estaba emocionada por ello, el mundo no se detuvo.
Volvió a verlo una vez más, nada había sentido en aquél entonces así que, ¿por qué sentir algo ahora? Resultaba una idea ridícula, así que continuó pensando en su pasado para hallar ahí las claves que le llevaran a olvidarlo de una buena vez.
Pensó en las llamadas, en las visitas, en las salidas, en las pláticas y ahora que podía verlo desde otro punto se daba cuenta que no había estado feliz con nada de aquello, parecía que podía conformarse con ello porque estaba demasiado sola o enamorada de una mentira, su propia mentira; estaba demasiado ciega como para creer que aquello no le llenaba del todo. Eso no quería decir que no hubieran tenido buenos momentos, porque los tuvieron, pero no inclinaban la balanza a favor.
Entonces creyó que estar ahí era un error, estar ahí no era mas que volver a lo mismo, tener el mismo sentimiento una y otra vez, estaba harta de ello. Se convenció de que (esta vez) en verdad había terminado con todo eso: con él, con su historia, con sus anhelos y fantasías, todo podía terminar justo ahí y justo en ese momento mientras lo veía besar a alguien más que, seguro sentía algo que ella jamás había sentido a su lado.
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Se abrazaban con ternura, disfrutaban tanto la compañía uno del otro que resultaba fácil entender por qué estaban juntos. Ella le miraba como si hubiera esperado toda una vida (o tal vez más) para estar con él. De pronto él sintió un escalofrío recorrer su espalda y volteó de inmediato, algo no andaba bien. Miró en una dirección específica, como atraído y se sorprendió de eso, fijó la vista en aquello que había llamado su atención; aunque se trataba sólo de una banca de piedra, le producía un extraño vacío en el pecho mirarla y entonces, casi sin querer, la recordó. Recordó a aquella chica de la que se había enamorado una vez, ojalá las cosas hubieran sido diferentes pero, si no había sentido eso en aquél entonces, ¿por qué hacerlo ahora y justo en ese momento? Continuó pensando en ella, tal vez así hallaría la manera de hartarse de su recuerdo y desecharlo de una vez por todas.
Después de todo, ambos volverían a experimentar el mismo sentimiento una y otra vez, fuera en esta vida o en todas las siguientes porque quisieran o no, estaban destinados a vivir uno dentro del otro, fuera como un recuerdo borroso o una fantasía efímera.
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